La iglesia
de San Miguel esta situada en lo alto del pueblo.
Es de cantería. Tiene una nave dividida en tres tramos
de crucería gótica. La torre esta construida
en ladrillo y piedra en la base. La portada es de arco de medio
punto.
Cercano a la entrada principal de la iglesia
se conserva un humilladero con basamentos de piedra.
Se conserva un palacio barroco con
escudo. Perteneció a Don Tomás Rodríguez de Monroy, capellán mayor de Toledo en el siglo XVII y oficial de la Inquisición.
En el pago de "el Hito" se han localizado una gran cantidad de vestigios arqueológicos que atestiguan una villa romana del bajo imperio.
A un kilómetro al norte de Olmos de
Ojeda, encontramos un conjunto de edificios que conforman la Granja
de Santa Eufemia de Cozuelos. Fue un
antiguo monasterio femenino, de época romana, construido el el
siglo XII, hoy abierto al visitante. La iglesia conserva un precioso ábside,
portada aserrada con tallas similares a las de San Andrés
de Arroyo.
En el 946 y 967, ya encontramos las primeras
citas documentales sobre este monasterio. Ya en el 1075, Alfonso
VI lo cede a la diócesis de Burgos. Alfonso VII y su mujer, en
1135, dan el señorío de Olmos al abad de Sta. Eufemia.
En 1186, se realiza un trueque de la iglesia
de Sta. Eufemia por la de S. Pedro de Cervatos (junto a la localidad
cántabra de Reinosa) pasando a ser propiedad de Alfonso VIII,
que se encarga de remodelar el convento y la iglesia además de
fundar el monasterio. La orden de Santiago se estableció aquí
con el abadengo de Dña. Sancha Alfonsa (hija de Alfonso IX y
de Teresa de Portugal), enterrada
en el monasterio en 1270.
En el año 1486, las monjas que ocupan el monasterio,
se trasladan a Toledo, y en 1827 se decide permutar con D. Santos
Alonso de Mier por otras posesiones próximas a Toledo.
En 1854, la Granja de Santa Eufemia se vende
a Domingo Díaz de Bustamante, del cual descienden sus actuales
propietarios.
Se trata de una sola nave cubierta por una impresionante cúpula sobre trompas. La cabecera del templo se remata con tres esbeltos ábsides, decorados con impostas de hojas de roble, tacos y billetes.
En su interior podemos observar una curiosa
colección de piedras, algunas prerrománicas del
siglo IX, que aparecieron en el solar que ocupó el desaparecido
claustro e interesantes sepulcros.
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